Red Nights Álvaro Ganuza


 Red Nights



CAPÍTULO 1
Un día más, el despertador sonó y continuando la
rutina seguida durante varios meses, me puse los pantalones
cortos, camiseta y zapatillas, y tras un aseo exprés
cogí el mp3 para comenzar mi hora de footing. Vivía en
una zona residencial de la pequeña ciudad Wikenburg, a
unos kilómetros de Phoenix, Arizona, y esas horas de
la mañana eran las mejores para ejercitarse con total
tranquilidad.
De regreso a casa y sin parar de correr, observé que la
casa de mis antiguos vecinos, los cuales se mudaron
antes del comienzo de verano, ya había sido nuevamente
comprada y un camión de mudanza se encontraba allí,
junto a la vivienda. Al mirar la entrada de la casa para
poder ver a mis nuevos vecinos y apartar la vista de lo
que tenía en frente, no me fijé en la persona que, cajas en
brazos, salió del camión dirección a la casa. Empotrándome
contra ella caímos al suelo y las cajas salieron
volando.
-¡Hostia!- exclamé poniéndome en pie.
Corrí hacia la persona con la que había impactado
y me fijé que se trataba de una chica joven, más o menos
de mi edad. Su pelo largo castaño le cubría el rostro y
tan solo podía escucharla quejarse del golpe.
-¡¿Podías mirar por donde vas, no?!- fue lo primero
que dijo.
-Perdona, iba con la música y no estuve pendiente.
Mientras la joven observaba que no se había hecho
nada en los brazos, yo comencé a recoger las cosas que
habían salido de una de las cajas tras el choque. La cami-
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seta de tirantes verde y sus jeans ajustados permitían
observar el físico tan atractivo de la chica. Con las prisas
no me percaté que lo que recogía del asfalto era nada más
y nada menos que la ropa interior de la chica que al verme
se puso roja y acelerada me despojó las prendas de
las manos para guardarlas nuevamente en la caja.
-Lo lamento mucho, de verdad.- me disculpé.
-Vale, está bien.- respondió recogiéndose el pelo tras
las orejas.
Cuando vi su rostro angelical, quedé impactado e incapaz
de soltar palabra. Tras un rato en silencio mientras la
chica me observaba algo rara...
-Por cierto... soy Blake... y vivo en la casa de al lado.
-Amanda.- dijo dándome la mano.
Su apariencia era de niña pija y borde pero sus ojos
color miel delataban una chica cándida.
-Pues... ya nos veremos.- dije mientras me alejaba.
Subiendo los escalones de la entrada a casa pude comprobar
cómo Amanda llevaba las dos cajas a la casa sin
apenas mirar hacia aquí.
Tras una ducha refrescante y una vez vestido, bajé a
desayunar. Mamá y mi hermano pequeño ya se encontraban
en la cocina.
-Buenos días. Canijo.- saludé enredando su pelo.
-No me digas canijo que ya tengo 10 años.- replicó mi
hermanito.
-¿Has visto que ya tenemos nuevos vecinos?- me preguntó
mamá.
-Sí, ya he visto.
-El matrimonio parece un poco... rarito.- comentó
mamá.
-No está bien juzgar a la gente sin conocerla.- saltó
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Lucas.
Al escuchar el comentario burlón del canijo, comencé
a reír a carcajadas mientras mi madre asombrada comenzaba
a hacerle cosquillas.
-¡Oye! ¿Eso se le dice a tu madre? ¿Eh? Caray, cómo
venís de estar el verano con vuestro padre.
Papá y mamá se divorciaron hace un año. Nunca
necesité saber los motivos; los últimos meses de su convivencia
fueron duros, con broncas diarias y lo mejor que
pudieron hacer fue separarse. Ahora tenían una relación
más cordial por mí y por Lucas, y estaban felices cada
uno en su casa. Aunque mi padre vivía en Dallas,
Texas, le visitábamos en vacaciones mientras el resto
del año vivíamos con mamá.
-Bueno, hoy comienza tu último curso. Este año te
gradúas y parece que fue ayer cuando te llevaba a clase
en tu primer día.- recordó mamá.
-Sí.- dije terminando mi zumo de naranja.- Y me voy
ya que llego tarde.
-¿Llevas a tu hermano?- preguntó mamá.
-No puedo, voy en la moto.- contesté levantándome de
la mesa.
Y tras dar un beso a mi madre y revolver de nuevo el
pelo a Lucas, marché al garaje a por la Suzuky roja
pasión.
A pesar de haber estado casi tres meses sin arrancarla,
mi madre se había encargado de tenerla limpia y a punto
para salir; por lo que no tuve más que arrancarla y marchar
al instituto.
Tenía ganas de ver a mis colegas y como de costumbre
en cada primer día del curso, al llegar al parking del
instituto comencé a derrapar para que todos se enteraran
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que ya había llegado.
No me consideraba un chico presumido ni creído pero
sí que tenía gran fama debido al haber salido con muchas
chicas y las numerosas peleas que había tenido. Algunos
decían que era un chico problemático; incluso mamá
había visitado varias veces el despacho del director por
problemas míos pero ella me conocía bien y si me castigaba
eran francamente pocas veces. Aparqué la moto y
tras quitarme el casco, mis amigos llegaron a saludarme.
Oscar; mi mejor amigo desde la infancia, hijo de un
matrimonio adinerado, su madre estaba muy bien
posicionada en el ayuntamiento de la ciudad y era la
encargada de todos los actos sociales mientras que su
padre era el cirujano más prestigioso de la ciudad y solía
viajar mucho a Phoenix a ayudar y dar clases. A pesar de
poder tener todo lo que desearía, Oscar era un chico
modesto, sencillo y muy buena persona que me sacó de
muchos líos.
Rick; otro buen amigo, cien por cien fiable para contar
y pedir respuestas a problemas, sus padres eran un
matrimonio genuino, ella ama de casa, él gerente de una
empresa de transportes. Rick y Oscar se parecían bastante
ya que los dos eran morenos, de la misma estatura y atléticos
con rasgos sureños.
Otro gran amigo era Darren, único rubio del quinteto y
siempre con una sonrisa en la cara. Empeñado en hacer
reír a los demás, despuntaba para ser humorista en un
futuro. Se mudó hace 5 años desde la grandiosa ciudad de
Nueva York con su padre al fallecer su madre. Su padre
era profesor, de hecho era nuestro profesor de educación
física y entrenador del equipo de fútbol americano del
instituto, de ahí que Darren tendría un físico muy marca-
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do; la mitad de las chicas del instituto iban tras él.
El último en llegar pero no por eso menos importante
o menos amigo era Truck, el más juerguista de los 5, el
más animado para hacer locuras y el que más nos contagiaba
energía a los demás y hacía que cada día nuestras
vidas fueran memorables. Al igual que Darren y yo,
Truck también estaba cachitas, no sin esfuerzo. Los tres
nos picábamos entre nosotros para ver quien estaba más
cuadrado. Los padres de Truck eran pasteleros; tenían
una tienda muy conocida en el centro de la ciudad y por
eso nuestro amigo siempre venía oliendo a dulces.
Los cinco nos teníamos gran confianza, éramos como
hermanos que estábamos para los buenos como los malos
momentos, de hecho, al año de estar aquí Darren, fuimos
con él y su padre hasta la Gran Manzana para presentar
nuestros respetos en el primer aniversario de la muerte de
su madre, fallecida tras una larga y dura enfermedad. Él
era el único de los cinco que no tenía hermanos; Oscar
tenía dos hermanas pequeñas gemelas; Rick una hermana
mayor y un hermano pequeño de la edad de Lucas; y
Truck era de familia numerosa, dos hermanos mayores
y tres hermanas más pequeñas que él.
-¡Y ya estamos todos!- exclamó Darren.
Hechos los saludos y dados los abrazos ya que llevábamos
casi tres meses sin vernos, nos pusimos enseguida
al día de lo que habíamos hecho en verano. Mi sorpresa
fue enterarme del fugaz noviazgo de verano de Rick, terminado
a la par que la estación.
-¿Y con quién estuviste?- pregunté intrigado.
-Con Sharon Bottiger.- respondió sonriente.
-¡¡Qué!!- exclamé.- ¿La botis-botis?
Apodada así por su gran delantera que tan solo dar
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un paso ya le botaban. Empecé a reírme a carcajadas al
imaginarme a Rick saliendo con una de las chicas más
salidorras del instituto, la cual ya había estado con
Darren y conmigo también.
-¡Tres de cinco lleva ya la tía! ¿Quién será el siguiente?-
añadió Truck jocoso.
Todos comenzamos a reír. A ninguno nos molestaba
que otro de nosotros saliese con una ex, ya que eran
simples líos. Teníamos muy claro que un amor serio en el
instituto era difícil que surgiera por eso lo importante era
pasárselo bien y más con unos amigos como ellos.
-¿Bueno y tú qué?¿Qué tal por Texas?- me preguntó
Oscar.
-¡Buah, de puta madre! El año que viene tenemos que
ir todos.
-¿Qué tal las chicas de allí?- continuó Rick.
-¡Buf, las tejanas son muy... cañeras!- respondí sonriendo.
-¿Tuviste rollito?- curioseó Truck.
-Claro.- respondí a carcajadas.
Conforme nos acercábamos a la entrada del instituto,
el resto de alumnos que se encontraban en el exterior nos
observaban ya que los cotilleos estaban a la orden del día.
Nos sentamos en un banco junto a la puerta de entrada
a la espera de que sonara el timbre y mientras continuaba
contándoles como habían sido mis pequeños líos con un
par de chicas en Texas, Molly Resser, delegada de clase
y Presidenta del comité de organización de eventos,
morena de pelo liso, físico delgado y estereotipo pijo, se
acercó a nosotros con un séquito de otras cuatro chicas
tan pijas como ella.
-Hola chicos, comienza nuestro último año de instituto
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y muy pronto ya estaremos graduados, por eso este año
debe ser inolvidable. Como todos los años la primera
celebración de la que se encarga el comité es el de la
Fiesta de Otoño, aquí tenéis los panfletos y recordar que
hay que ir con pareja.- terminó guiñándome un ojo.
Una vez el séquito se había alejado, los chicos comenzaron
con el ataque.
-Sigue estando loquita por ti.- me dijo Oscar.
-Sí, es verte y babear.- añadió Rick.
-Me da igual, ya me he cansado de estas chicas, son
todas iguales y si salen conmigo es para luego poder
decir que han salido conmigo, quiero una chica diferente.
-Vaya vaya si tenemos gallinita nueva en el corral.-
comentó Darren mirando la lejanía.
Al girarme, ya que la chica a la que se refería se
encontraba a mis espaldas, vi que se trataba de mi nueva
vecina, la cual había venido muy llamativa en su primer
día de clase. A diferencia de cómo la vi la primera vez,
camiseta y jeans, ahora llevaba un vestido demasiado elegante
como para venir a clase, llamaba mucho la atención
lo cual debería ser lo último si eres nuevo en un sitio.
Amanda caminaba ante la atenta mirada de algunos
estudiantes que era como si tuvieran rayos X en los ojos
y estuviesen analizándola de arriba abajo.
-No esta mal la chica.- añadió Rick.
-Es mi nueva vecina, se llama Amanda.- dije levantándome
del banco.
-¿Adónde vas?- preguntó Truck.
-Es nueva, habrá que ayudarla.- les sonreí abriendo los
brazos mientras me alejaba.
-¡Sí sí, ayudar!- gritó Oscar mientras me dirigía a la
joven.
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Amanda al saberse observada caminaba en dirección
al instituto sin mirar a nada y a nadie, y corriendo me
acerqué hasta ella.
-Hola, Amanda.
-Ah, hola.
-¿Te acuerdas de mí?
-Cómo no, mi vecino el derribador.- dijo sonriendo.
Tenía una sonrisa preciosa, no había visto otra igual,
cada diente era como una perla reluciente y perfecta.
-Así que tu primer día, ¿necesitas ayuda?
-Estaría bien, necesito ir a la oficina de admisión a por
mi calendario.
-Yo te acompaño.- le dije.
-Gracias.
Conforme entrábamos por la puerta principal, mis
amigos me miraron con cara de “otra que te llevas al
huerto” pero eso no era así. Amanda era guapa, me había
impactado y el hecho de ser nueva en la ciudad era muy
tentador pero no pretendía eso. Pude percatarme que los
demás alumnos también nos miraban, en especial Molly.
-¿Aquí todos sois tan amables?- preguntó Amanda.
-No, solo yo.- bromeé.- Además quiero resarcirme del
incidente de esta mañana.
La nueva estudiante sonrió y aceleró el paso. Al llegar
a la oficina dejé que entrara ella sola mientras yo esperaba
en el exterior. Con el horario de clases ya en la mano,
Amanda salió.
-¿Cómo lo tienes?- pregunté algo intrigado.
Con cara poco sorprendida, la joven me pasó la hoja
donde pude comprobar que aparte de que éste era su
último curso, también la iba a tener de compañera en casi
todas las clases.
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-¡Guay! Prácticamente tenemos las mismas clases.- le
dije sonriendo.
Y conforme nos dirigíamos a la primera, nada mejor
después de un verano de relax que historia americana,
continuamos charlando.
-¿Y de dónde vienes?- le pregunté directo.
-De Virginia.- respondió ella afirmando con la cabeza.
-¿Se puede saber el motivo?- continué interrogando.
-¿Estás en el periódico del instituto y necesitas la
información?- respondió burlona.
-No, para nada.- contesté riendo.- Es simple curiosidad.
Te tengo de vecina y necesitaría saber si eres una
psicópata.
Amanda se carcajeó y ese sonido fue cautivador.
-Trasladaron a mi padre.- contestó breve.
Tenía curiosidad por saber más cosas de ella pero
el timbre sonó y los pasillos se llenaron de alumnos en
cuestión de segundos, entre ellos llegaron mis amigos
que agarrándome del brazo me introdujeron en el aula.
-Luego nos vemos.- me despedí de Amanda mientras
me arrastraban al interior.
Ella sonrió y entró también en clase, buscaba un
asiento donde acomodarse y Molly se encargó de que
Amanda se sentara a su lado.
Mis amigos y yo estábamos al fondo de la clase pero
desde allí podía ver a Amanda sentada junto a Molly en
primera fila.
-¿Ya le has pedido una cita?- preguntó Rick desde el
pupitre a mi izquierda.
Sonreí negando con la cabeza e hice caso omiso.
En el transcurrir de la clase, podía comprobar cómo
Molly no paraba de acosar a Amanda y por la cara que
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ponía la nueva, estaba claro que no le agradaba. ¿Qué le
estaría contando una de las chicas más repelentes y
engreídas del instituto? Todavía me costaba asimilar el
cómo pude salir con ella, aunque solo fuera un mes.
Yo no era un gran estudiante pero este último año
debía ponerme las pilas para poder graduarme y al mirar
al resto de alumnos, pude comprobar que en casi tres
meses sin verlos, algunos habían cambiado bastante.
Nuevos looks, cambios físicos llamativos, alguna nueva
pareja y bastante reciente ya que no cesaban de tontear
mientras el profesor hablaba.
El fin de la primera hora había llegado y Darren se
acercó. Se sentaba delante mía.
-Bueno, ¿qué hacemos hoy?
-Podíamos ir al centro comercial.- comentó Oscar
desde el pupitre a mi derecha.
Truck que se encontraba sentado delante de Oscar, se
giró con cara seria.
-Yo iré más tarde chicos, hoy empezamos con el entrenamiento.
Truck era el único de los cinco que estaba en el equipo
de fútbol americano, yo también estuve en él pero decidí
salirme ya que no me agradaba lo suficiente y no me
apasionaba tanto el deporte como a los demás. Truck era
francamente bueno y una gran universidad ya lo tenía
fichado para su equipo. El entrenador y padre de Darren
estaba muy orgulloso de él ya que se lo tenía bien ganado
con su gran esfuerzo.
-¿Vas a invitar a la nueva?- dijo Rick.
-Estás pesadito con la nueva, ¿eh? Simplemente estoy
siendo simpático, es mi vecina y es nueva aquí, hicimos
lo mismo con Darren o no os acordáis.
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Miré a Amanda y justo me estaba mirando, su cara era
muy distinta a cómo la dejé y me temía que se debiera a
la excesiva y poco veraz información que Molly le pudo
haber dado sobre mí.
-Bueno entonces vamos al centro comercial y Truck
vendrá después, echamos alguna bolera y picamos algo
¿buen plan, no?- finiquitó Oscar.
-A mí me parece bien.- dije.
-Pues hecho.- añadió Darren.
Al ser primer día, las clases eran en plan explicativas
de la temática que íbamos a dar, cómo los profesores nos
evaluarían, y ánimos al graduarnos este año.
Llegada la hora del almuerzo, los cinco fuimos al comedor
y como cada año nos sentamos en la misma mesa
junto a uno de los grandes ventanales que daban al patio.
Era una de las mesas centrales desde donde podíamos
observar todo el recinto. Molly seguía sin despegarse de
Amanda, a la que ya había introducido en su pequeño
clan de chicas pijas y prepotentes. Otra de las mesas más
llamativas era la de los jugadores de fútbol americano y
animadoras; en ella se encontraba Mathew Rogers
“Mat”, capitán y quarterback del equipo, con el que yo
mantenía una muy mala relación desde que jugué en
el equipo y que a pesar de ya no encontrarme en
él, continuaban nuestras múltiples peleas. Una de las que
se encontraban en la mesa junto a Mat era Carly Johnson,
animadora jefa y su novia.
A pesar de las múltiples invitaciones que el capitán del
equipo había hecho a Truck para sentarse allí, éste había
denegado la oferta constantemente.
El resto de clases transcurrieron con normalidad y la
presencia de mis amigos las hacia mucho más llevaderas.
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Finalizadas las horas lectivas, los cuatro salimos
dirección al parking. Truck se había quedado ya que hoy
comenzaba con los entrenamientos pero después nos
veríamos en el centro comercial, lugar donde la mayoría
de jóvenes se reunían por las tardes ya que el centro
disponía de gran variedad de locales de ocio, tiendas y un
gran número de restaurantes variados y a módicos
precios.
Yo fui el primero en llegar con la moto, seguido por
Rick y Oscar que venían en el coche de éste, y por último
llegó Darren. Conforme entrábamos en el centro comercial,
llamé a mamá para avisarle que me quedaba con
ellos y seguramente cenaríamos aquí en un restaurante de
comida rápida. Estábamos tomando un refresco en uno de
los locales que más nos gustaba y al que acudíamos muy
frecuentemente cuando vimos que Amanda llegó acompañada
por Molly y su tropa; parecía que habían hecho
muy buenas migas.
-Anda que la nueva se ha buscado como amiga a la
mejor del instituto.- comentó Darren jocoso.
-¿Por qué no vas donde ella y nos la presentas?- me
dijo Rick.
Tanto Darren como Oscar y yo le miramos sorprendidos.
-¿Qué me miráis?
-Que te gusta, tío.- saltó Darren.
-¡¿Qué?! Para nada.- negó Rick.
-Sí que te gusta Rick, admítelo.- añadió Oscar.
-¡Que no! Bueno déjalo, Blake.- terminó por decirme.
-No no, ahora mismo vengo.
Iba a bajarme del taburete cuando Rick me lo impidió.
-Déjalo Blake, paso de que penséis que quiero algo
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con ella.- dijo molesto.
-Tan solo voy a hablar con ella, para ver que tal su día,
nada más.
Salí del local y me dirigí al grupo de chicas en busca
de Amanda pero en cuanto la jefecilla me vio, se interpuso
en mi camino.
-Hola Blake, ¿qué quieres?
-Venía a hablar con Amanda, si me disculpas.
Apartándole un poco con el brazo, me deslicé entre el
grupo de chicas para ponerme frente a mi vecina.
-Hola, ¿puedo hablar contigo?
-Sí, claro.- respondió ella.
Alejándonos un poco de las chicas, nos acomodamos
en el borde de la fuente que había en el centro comercial.
-Perdona que te haya raptado así pero quería saber que
tal te ha ido en tu primer día.
Su mirada hacia mí era muy distinta a las otras veces
que nos vimos.
-La verdad que muy bien, Molly y las chicas son muy
simpáticas y me han puesto al día de todo.
-¡Guay! Me gustaría presentarte a mis amigos, son
geniales.
Ella sonrió apartando la mirada.
-¿Qué ocurre?- me intrigué.
-Me han hablado mucho de vosotros, sois muy populares.
-Bueno, no deberías creer todo lo que te cuenten.- le
dije.
-¿De verdad? ¿Con cuántas de las ocho chicas con las
que he venido no te has enrollado?
Miré para echar un vistazo.
-Con una.- respondí.
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-Pues parece que me han contado la verdad.- dijo ella.
-Y te habrán contado que rompí con ellas destrozándoles
el corazón.
-Así es.
-¿Y qué habría sido peor? ¿Romper o seguir con ellas
haciéndolas infelices?
Amanda comenzó a reír a carcajadas, lo cual me
contagió y yo también comencé a reír. Molly en cambio,
desde la lejanía podía escucharse el rechinar de sus
dientes.
-Que excusa más mala.- comentó Amanda después de
reír.
-No es una excusa, soy un chico muy romántico y el
amor me da la felicidad, en cuanto veo que ya no hay
amor pues tengo que terminar.- le expliqué.
Los ojos de Amanda brillaron sin darse cuenta; mi
respuesta le había gustado pero tenía claro que no iba
a cambiar de opinión.
-Pero, bueno- suspiré encogiéndome de hombros.- Romeo
y Casanova eran buenos en cambio yo... yo soy muy
malo.
La joven continuaba mirándome con una pequeña
sonrisa en la cara.
-En fin, si cambias de opinión, estamos en ese local
tomando algo, piénsalo.
Tras decirle esto me levanté y sin mirar atrás regresé
al bar con mis amigos. En ese momento llegaba Truck.
-Ya estoy aquí.- dijo desplomándose en el taburete.
-¿Qué te ha dicho?- preguntó Oscar.
-¿Decirme quién?- saltó Truck pensando que se refería
a él.
-No, le dice a Blake, que fue a hablar con la nueva.- le
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contó Darren.
-Pues imaginaos, teniendo a quien tiene de mejor
amiga...- dije.- Ahora mismo para esa chica, los cinco
somos lo peor de lo peor.
Todos nos echamos a reír y brindamos por nuestra
amistad.
-Así que a la nueva ya le han puesto al tanto de nuestra
fama.- comentó Truck tras beber.
Yo afirmé sonriendo.
-¿Y tú qué le dijiste?- preguntó Oscar.
-¿Yo? Pues que vivía por y para el amor al igual que
Romeo y Casanova, solo que para ellas, ellos son buenos
y yo soy malo.
Todos volvimos a reír pero en el fondo era verdad;
debajo de esta dura carcasa se hallaba un chico tierno y
romántico.
-¿Qué tal el entrenamiento?- le preguntó Darren a
Truck.
-Bien, tu padre tan cañero como siempre. Y mañana la
fiesta de comienzo de temporada en casa de Mat.
-Como todos los años.- añadí asqueado.
-Sí.- dijo Truck.
-¡La superfiesta del equipo con las animadoras en la
mansión de Mat, yujuu!- se burló Rick.
Los cinco reímos ante el tono burlón y tan afeminado
que puso Rick al decirlo.
-¡Joder tío, podíais veniros!- saltó Truck.
-¿Nosotros? No somos del equipo.- comentó Oscar.
-No te preocupes por nosotros Truck, lo pasaremos
igualmente bien, lástima que no estés.- dijo Darren.
-¡Bah! Haré acto de presencia, me tomaré algo y
cuando todos ya estén borrachos, me voy y os busco.
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Charlábamos tranquilamente cuando mi teléfono sonó,
era mamá.
-Dime.- contesté alejándome del grupo.
-Cariño, siento hacerte esto pero una compañera del
trabajo se ha lesionado y tengo que ir a sustituirla.
-¡Oh! De acuerdo ahora voy.
Tras colgar regresé junto a los cuatro.
-Tengo que dejaros chicos, mi madre tiene que ir a
currar y debo quedarme con Lucas.
-¿No tenía vacaciones esta semana?- preguntó Rick.
-Sí pero una compañera cayó de baja.
-¡Ah, qué putada!- exclamó Oscar.
-Así que nada, que cenéis a gusto y mañana nos
vemos.
-¿Y mañana saldrás por la noche?- preguntó Truck.
-¿Un viernes noche? Por supuesto que sí.- contesté
riendo.- Ya diré a mi madre que llame a la niñera.
Tras despedirme de todos chocándoles las manos,
marché al parking a por la moto. Estaba colocándome el
casco cuando vi que en la entrada del centro comercial
Amanda se montaba en un coche, debía ser su padre ya
que ese coche ya lo había visto detenido delante de la
casa de ella. El que su padre fuera a buscarla me daba la
sensación de que la joven estaba muy controlada. Ella me
vio subir a la moto y tras saludarla con la mano regresé a
casa.
Nueve en punto de la noche y mamá salía corriendo
hacia su trabajo. Era maître en un modesto restaurante, la
encargada de recibir a los clientes, tomarles la nota,
aconsejarles sobre vinos o comida y aparte, bajo su
mando tenía cuatro camareras. Esta semana se la había
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tomado de vacaciones para estar en nuestra llegada de
casa de papá y el comienzo del nuevo curso pero...
-Bueno canijo, ¿qué te apetece cenar?- pregunté a
Lucas.
-¡¡Pizza!!- exclamó eufórico.
Estaba a punto de coger el teléfono para hacer el pedido
cuando llamaron en la puerta; al abrir vi que eran mis
amigos que traían pizzas, una de ellas vegetariana para
mí y cervezas.
-¡¡Sorpresa!!- gritaron al unísono.
Sonriendo ante sus peripecias, los dejé pasar. Al cerrar
la puerta vi que Amanda había salido a tirar la basura y
vio que mis amigos entraban en casa.
Dirigiéndome al salón, me uní a ellos que ya se encontraban
acomodados en los sofás viendo la tele con Lucas.
-¡De esto ni una palabra a mamá, eh canijo!- le advertí
sobre las cervezas.
-No te preocupes que Lucas no le dirá nada, ¿verdad
que no?- le dijo Truck.
-No.- respondió mi hermanito.
El que mejor caía a Lucas era Truck, porque éste jugaba
mucho con él y le hacía muchas tonterías; se notaba
que tenía varias hermanas pequeñas.
Dos horas después, con las pizzas terminadas, las
cervezas a punto de estarlo y mi hermano Lucas dormido,
me levanté del sofá para cogerlo y subirlo a su cuarto. En
el momento que lo aupaba en mis brazos llamaron a la
puerta. Darren corrió a abrir.
-¡Blake!- me llamó Darren.
Con mi hermano en brazos, marché a la entrada para
ver que ocurría. Era mi vecina.
-¿Amanda, quieres algo?- dije perplejo.
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mis padres se les olvidó comprar leche y no tenemos para
desayunar mañana. ¿No tendrás una botella para darnos?
Mañana en cuanto compren te traigo una a cambio.- dijo
la joven.
-Sí, por supuesto. ¿Darren, podrías traer la leche de la
despensa?
Se lo pedí a Darren ya que yo tenía a Lucas encima y
ellos conocían mi casa bastante bien. Él fue veloz.
-¿Es tu hermano?- preguntó ella.
-Sí, Lucas. Te saludaría pero está KO.
-¿Qué años tiene?- volvió a preguntar.
-10.
-Que mono.- dijo ella muy dulce.
-Pero no te quedes ahí fuera, pasa dentro.- ofrecí a la
joven.
-No, tranquilo.
-¡¡Ejem!!- carraspeó Truck desde el sofá.
Al girarme vi que los tres observaban y esperaban una
presentación.
-¡Ah, por cierto! Ellos son Truck, Oscar, Rick y
Darren es el de la leche. Chicos, ella es Amanda.
-Hola.- respondieron los tres al unísono alzando la
mano.
-Aquí tienes.- dijo Darren al llegar.
-Bueno pues encantada y muchas gracias.- se despidió
educada.
-¡Por cierto, yo soy Darren!- le gritó mientras la joven
regresaba a casa.
-¡Lo sé, el de la leche!- respondió guasona.
-Ya le había dicho quien eras.- susurré a Darren.
Éste cerró la puerta y mientras se dirigía al sofá...
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-Pues es simpática la chica.
Dejándolos en el salón, subí con Lucas a su habitación
y tras tumbarlo en la cama, le puse el pijama y lo arropé.
El turno de noche de mi madre terminaba a las doce y
media, por lo que aún nos daba tiempo de tomarnos otra
cerveza sin alcohol que eran las únicas que mamá tenía
en casa. Al bajar de vuelta con ellos al salón, pude
comprobar que los cuatro estaban demasiado callados
viendo la tele.
-¿Tan interesante es lo que estáis viendo?- les pregunté.
Conforme colocaba mis posaderas en el sofá, Truck se
levantó.
-Bueno chicos yo me voy ya para casa que estoy
agotado.
-Espera, que me voy contigo.- añadió Darren.
-¿Ya os vais?- exclamé perplejo.
-Yo también.- añadió Rick.
-Pues nada, mañana nos vemos.- les dije.
Oscar era el último en salir de casa tras ellos; algo
había ocurrido mientras acostaba a Lucas.
-Oscar...- le dije mientras salía por la puerta.
-Luego te mando un mensaje.- me contestó serio.
Mientras recogía las cajas de pizza y las latas del
salón, no se me iba de la cabeza el qué podía haber
pasado en ese rato que me ausenté. Después de comprobar
que toda la casa se encontraba bien cerrada, subí a mi
habitación y conforme me desnudaba para meterme en la
cama, el móvil sonó. Era el esperado mensaje de Oscar.
“Siento haber tardado. Lo que ha ocurrido en tu
casa es que cuando subiste a tu hermano para
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acostarlo, Truck dijo que Amanda y tú hacíais buena
pareja y Rick se molestó. Dice que a él también le
gusta Amanda y que no siempre debes ser tú el
primero que salga con las chicas.”
Del impacto que me causó la opinión de Rick, caí de
culos a la cama.
“Bueno pues ya hablaré con Rick, la verdad que
me quedo sorprendido si piensa eso de mí.”
No había pasado un minuto cuando Oscar contestó.
“Truck le contestó que tú no eras el jefe y que él
(por Rick) podía hacer lo que le saliera de los cojones.
Pensé que así acabaría todo pero momentos antes de
que bajaras, Truck le increpó una vez más diciéndole
que dejara de ser tan pelota y fuese más maduro y
hablara contigo.”
Debía hablar con ellos antes de que el asunto fuera a
peor.
“Gracias Oscar, hablaré con ellos para que esto se
solucione y se olvide.”
Dejé el móvil sobre la mesilla y me metí en la cama
para dormir pero aún así no podía quitarme de la cabeza
esa imagen que Rick tenía de mí y porque no me contaba
las cosas. ¿Acaso no tenía confianza conmigo?
El despertador comenzó a sonar. Había pasado mala
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noche con pesadillas de mis amigos en los que me
acusaban de ser mal amigo y todos me criticaban por la
espalda. Me puse la ropa de deporte y salí a hacer mi
hora de footing.
Duchado y preparado bajé a desayunar. Mamá y Lucas
se encontraban en la cocina.
-Buenos días.- saludé.
-Bueno días, cariño. ¿Qué tal ayer?- preguntó mamá.
-Bien, al final vinieron estos aquí a cenar unas pizzas,
¿verdad Lucas?
-Sí.- dijo él.
-¿Y tú el trabajo, qué tal? ¿Esta noche vuelves?
-Agotador como siempre y esta noche también vuelvo
pero ya avisé a Cloe para que viniese hoy.
Cloe era una vecina que iba a mi instituto, un par de
años menor que yo y que solía ser la niñera de Lucas.
-¡Guay!- exclamé.
-Imaginaba que hoy saldrías.
-Sí, una vuelta rápida.- le expliqué.
-¿Acercarás hoy a tu hermano al colegio?
-Sí.- contesté a mamá recogiendo sus llaves del coche.
-Por cierto, la vecina trajo una botella de leche.-
comentó mamá.
-¡Ah, sí! Que ayer le dejé una porque no tenían.
Una vez desayunados, nos despedimos de mamá y
salimos hacia el colegio de Lucas que se encontraba a
varias manzanas de mi instituto. Muy rara vez acercaba
a mi hermanito ya que prefería ir al instituto en moto al
ser más cómoda y manejable.
Detuve el coche en zona prohibida ya que tan solo era
acompañarlo hasta la entrada y al regresar al coche, una
policía se encontraba poniéndome una multa. Intenté
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persuadirla de que no lo hiciera, que tan solo había acompañado
a mi hermano al colegio pero la muy amargada
no se sensibilizó ni una milésima y mientras la policía
regresaba a su coche, una vez expedida y entregada la
multa, no pude contener mi vivaz lengua y la increpé a
puro grito.
-¡¡Amargada, cómo se nota que no tienes hijos!! ¡¡Ni
los tendrás, fea!!
Aparqué el coche en el parking del instituto y marché
al banco donde todas las mañanas quedaba con los
amigos. Allí aguardaban los cuatro, todavía podía notarse
la tensión entre Rick y Truck. Oscar me miraba como
intentando decirme “haber si logramos arreglar a estos
dos”, la verdad que en tantos años de amistad de los
cinco nunca había ocurrido una cosa así.
-Buenas.- me saludó Oscar.
-Serán para ti. Me acaban de poner una multa por
aparcar en zona prohibida en el colegio de mi hermano...
y esta otra por insultar a la policía.
Los cuatro rompieron a reír a carcajadas.
-Me alegra que os haga tanta gracia.- dije molesto.
-Es que solo se te ocurre a ti insultar a la policía.-
comentó Darren.
-¡Joder, solo fueron diez segundos! Parece que la tía
me estaba esperando.
Al mirar a Rick, éste sonreía pero evitaba mirarme.
-Y ahora hablemos de lo que pasó ayer en mi casa.
Mis palabras sonaron como un jarro de agua fría. Rick
miró a Oscar a sabiendas que éste me lo había contado y
como nadie decía nada, comencé yo.
-Ante todo dejar claro que yo ni soy el jefe ni líder de
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nadie y que no me tenéis que pedir permiso para hacer
algo. Si tú, Rick, quieres salir con Amanda, adelante, yo
no me voy a enfadar porque ya os he dicho que no me
interesa y tú, Rick, también dijiste que ella no te gustaba.
¿Siempre hemos hablado estas cosas, no entiendo porque
ahora no? ¿De verdad piensas eso de mí, Rick?
-Por mucho que digas, se te ve interesado en ella,
Blake.- saltó Truck.
-Es nueva, mi vecina y la conocí de una forma peculiar
chocando contra ella. Claro que llama la atención
pero si Rick quiere salir con ella, ¡que salga, que no me
enfado, joder!
-Y yo no te hago la pelota, eso que conste.- dijo Rick.
-No dices lo que piensas y eso para mí es hacerla, es
ser “un queda bien”.- atacó Truck.
-¡Yo no soy “un queda bien”!- se alteró Rick.
-¡Pues venga, demuestra y dile todo lo que me cuentas
a mí!- le gritó Truck.
No daba crédito a lo que estaba escuchando y por las
caras de Oscar y Darren, ellos tampoco.
-¿Rick?- esperé perplejo.
-Lo único que creo es que si una chica nos gusta y
también te gusta a ti, tenemos que hacer de tripas corazón,
hacer que todo está bien y dejar que seas tú quien
salga con ella, para que luego estés solo un mes.- dijo
Rick al fin.
-Me quedo alucinado.
Tras decir esto, di media vuelta y me marché. No
quería decir algo con el calentón que ya tenía por las
multas, de lo que luego me arrepentiría fijo.
-¡Blake, pero no te vayas!- gritó Darren.
-¡Ya nos veremos luego!- dije sin girarme.
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y decepción, me dirigí al aula que me tocaba. Para mi
desgracia Molly me interceptó.
-Vaya cara de mala leche llevas.- dijo con su tono
repipi.
-¿No tienes que dirigir a tu grupo?- contesté borde.
-¡Oh! ¿Los amiguitos se han enfadado?
-¡Quieres dejarme en paz!
Al gritarle rabioso dándome la vuelta, pude ver que
tras ella se acercaba Amanda, la cual vio todo el suceso y
tras observar su cara de asombro y algo de terror, marché
veloz a clase. Ese día iba a ser un día muuuyyy largo.
Las clases transcurrieron como nunca antes, el no
hablar con mis amigos a pesar de tenerlos al lado y las
miradas furtivas de Amanda hicieron que los minutos
pasaran muy despacio. La hora del almuerzo fue similar,
tan solo Oscar y Darren intentaban que el incómodo
silencio de nosotros tres se rompiera sacando temas y
diálogo entre ellos.
El deseado timbre final de las clases hizo que saliera
veloz hacia el coche, Darren me siguió.
-¿Quedamos luego como siempre?- me preguntó.
-Pues no sé, que digan los demás, que sino parecerá
que soy el jefe.
-Bueno, tampoco la pagues conmigo.
-Tienes razón, perdona.- me disculpé.- Por mí sí pero
diles a los demás, si prefieren más tarde u otro sitio me
mandas mensaje.
Tras chocarle la mano regresé en busca de Lucas que
salía a la misma hora. Una vez en casa, me tocaba enseñar
las multas a mamá, por desgracia no eran las primeras
que me habían puesto y éstas me costarían la paga de
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varias semanas. Antes de hablar con mamá, leí el mensaje
que Darren me había mandado: “misma hora, mismo
lugar”.
-¿Qué tal el día, chicos?- preguntó mamá saliendo de
la cocina.
Sin decir nada, puse mi cara de “problemas” y le
enseñé las multas.
-¡¿Blake, otra vez?!- exclamó.
-Lo siento, mamá.
-Pues éstas tendrás que pagarlas tú.
-Mamá es un dineral, no tengo tanto ahorrado.
-Yo ahora no puedo darte, tenemos que cambiar la
lavadora estropeada por lo que tendrás que buscarte un
trabajo.
-¡Como si fuera tan fácil!- exclamé.
-Puedo meterte en mi restaurante para fregar.
-No gracias, ya me buscaré algo.- respondí subiendo a
mi habitación.
-¡Sabía que lo entenderías!- gritó mamá.
Los problemas se me iban acumulando en este día tan
largo y para desfogarme un poco, conecté la minicadena
con un volumen algo elevado y del armario arrastré al
exterior el aparato de boxeo con el que entrenaba de vez
en cuando. Constaba de una pera de boxeo solo que ésta
era de suelo, sujetada por una barra a una gran base de
unos 25 ó 30 kilos. Con cada golpe, la pera se balanceaba
pero nunca caía al suelo. En camiseta de tirantes y con
los nudillos cubiertos con unos guantes acolchados
comencé a golpear la pera lentamente. Los minutos y las
canciones transcurrían sin apenas darme cuenta, el sudor
recorría todo mi cuerpo pero había tomado un ritmo
imparable. A cada puñetazo que le daba, recordaba los
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malos momentos de esta mañana; las multas, las broncas
con los amigos, el grito a la repelente Molly... de pronto,
un fuerte impulso de ira brotó de mi interior y dando un
fuerte grito golpeé un gancho derecho a la pera haciéndola
salir por los aires e impactando y destrozando una
lámpara. ¡Joder!
Apagué la minicadena, me saqué los protectores de
nudillos que habían servido de muy poco ya que los tenía
en carne viva y tras colocar la pera en su sitio, me quité
la camiseta para secarme el sudor de la cara. Algo más
relajado tras la descarga de adrenalina, vi que Amanda se
encontraba en su cuarto y que al fijarse que la había
visto evitó la mirada. Acercándome a la ventana corrí las
cortinas para evitar que continuara viéndome, disponía de
media hora para ducharme, prepararme e ir al centro
comercial.
Creí ser el último en llegar pero para mi sorpresa tan
solo se encontraba Rick. Un saludo rápido delataba el
estado en el que nos encontrábamos.
-¿Qué te ha pasado en las manos?- fue lo primero que
dijo tras un incómodo silencio.
-Me excedí golpeando el puching-ball.
-Y tanto, mañana no podrás ni cerrar los puños.
-Ya.- contesté mirándome las manos.
Oscar y Darren todavía no llegaban y Truck hoy no
vendría porque tenía la fiesta del equipo.
-Esto huele a encerrona.- dijo Rick.
-Sí.
Miré hacia el exterior del bar por si los veía pero a las
únicas que observé fueron a Molly y Amanda que se
encaminaban al mismo bar en que nos encontrábamos.
A mi parecer era Rick el que debía comenzar a hablar
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ya que era él quién tenía el problema, por lo que yo me
mantuve callado. Pero Rick tampoco decía nada y tan
solo miraba furtivamente de vez en cuando a Amanda
que se encontraban sentadas un par de mesas alejadas de
nosotros.
Incómodo con la situación, salí del bar para llamar a
Oscar. Éste no me cogió por lo que la siguiente fue para
Darren, saltó el buzón de voz.
-¿Dónde estáis? Esta jugada no os va salir bien así que
veniros echando hostias.- dejé de mensaje.
Regresé al bar; Molly también nos miraba ya que
quería enterarse del problema que teníamos.
-No me cogen.- le comenté a Rick.
-Ya imagino.
Podía observar el nerviosismo de Rick con sus repiques
de dedos sobre la mesa y las miraditas a Amanda.
-Bueno, ¿vas a quedar con ella o qué?- le dije de
golpe.
La pregunta tan directa le pilló de imprevisto y detuvo
todos sus movimientos en el acto.
-No, creo que no.- contestó tras un rato mirándome.
Al escuchar su respuesta comencé a reír. Después de
la murga que había dado con la dichosa Amanda y ahora
no iba a hacer nada. Me levanté del taburete perdiendo
los papeles.
-¡¿Después de los problemas que has causado y ahora
no quieres?!- alcé la voz.
-¡Joder, Blake!- exclamó él.
-¡¡No, joder tú... sí, no, sí, no... decídete y deja de
tocar los huevos!!- le increpé.
Recogí la chaqueta del taburete y salí del bar, era
mejor marcharme que sacudirle. Mientras me dirigía a la
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segunda planta del centro comercial, sabía que se encontraban
en algún lugar observándonos pero pasé y me fui.
La noche transcurrió aburrida. Mi madre trabajaba y
Lucas se encontraba en el salón viendo la tele mientras
yo preparaba algo para cenar. Había despachado a Cloe
y mi móvil no cesaba de vibrar al recibir mensajes y
llamadas perdidas que yo ignoraba.
A la mañana siguiente, como era sábado, tras mi
sesión de footing, cogí la moto y salí en busca de un
empleo para las tardes de entre semana. Los nudillos me
dolían pero aun así podía acelerar. Tras recorrerme casi
todas las cafeterías, tiendas y supermercados donde no
necesitaban a un chico joven e inexperto, regresé a casa.
Llegando, vi que Rick aguardaba en la acera pero no
me esperaba a mí sino a mi vecina que justo en ese
momento salía de casa. Sin detenerme, entré directo en el
garaje de casa para guardar la moto.
Conforme entraba despotricando sobre el idiota de
Rick, mi madre me interceptó.
-¿Ha habido suerte?
-Nada, dejé mis datos por si surge algo.
-¡¿Y qué te ha pasado en las manos?!- exclamó al
verlas.
-Nada, no te preocupes.
-¿Te has peleado con alguien?
-¡Que no, chica!- respondí malhumorado.
-Hay que irascible estás hijo, haber si te sale trabajo y
llegas a casa más manso.
Fue decir eso y mi móvil comenzó a sonar, pensé que
se trataba de Oscar pero no conocía el número.
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-¿Si?- contesté.
-¿Blake Sunders?
-Sí, soy yo.
-Hola, qué tal. Soy Jeimy de la cafetería “Café y
Galletas”. Te pasaste buscando un puesto de trabajo.
-Sí. ¿Tenéis uno para mí?
Al escuchar mamá que era sobre un trabajo y lo
eufórico que estaba regresó para enterarse.
-No, aquí en la cafetería no tenemos pero después de
irte esta tarde llamé a un amigo que sé que necesita
chicos y al verte pues pensé que eras lo que el buscaba.
Sería para trabajar de camarero en su local nocturno
“Red Nigths” ¿lo conoces?
-No, la verdad es que no me suena.
-Es una discoteca a las afueras de la ciudad.
-Pero yo...
Quería decirle que no tenía la mayoría de edad por lo
que sería imposible que primero mamá me dejara y
después que al ser menor no podía desempeñar trabajos
nocturnos y menos relacionados con alcohol.
-Mira Blake, el puesto no es seguro, deberías ir para
que mi amigo te conociera, viera un poco cómo trabajas...
yo creo que das el perfil pero claro, yo no soy el
que te va a contratar.
Quedé un rato pensativo mientras mamá me gesticulaba
para saber de qué se trataba.
-¿Bueno, qué me dices?- preguntó Jeimy.
-¿Que horario sería?
Yo quería para trabajar entre semana pero tampoco era
plan de no dormir nada ya que debía estudiar.
-Pues eso te lo dirá bien él pero creo que es de diez
de la noche a dos de la mañana o algo así.- me contó.
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-Vale, sí.- acepté la oferta.
-Genial, ahora mismo le digo que irás y te paso la
dirección por mensaje.
-Vale, muchas gracias por llamarme.
-No hay de qué.
-Ciao.- me despedí y colgué.
Guardando el teléfono en el bolsillo, mamá esperaba
la noticia. En su cara se reflejaba la esperanza de que su
hijo mayor hubiese encontrado trabajo y así ella ya no
tendría que meter tantas horas en el restaurante para sacar
la casa adelante sola.
-Es para trabajar en una cafetería a las afueras.- le
mentí.
-¡¡Ay, qué alegría!!- exclamó abrazándome.
-Bueno no te aceleres que aún me tienen que decir que
el trabajo es mío.
-Y lo harán.- comentó confiada dirigiéndose de nuevo
a la cocina.
Mientras subía a mi habitación ojeé los mensajes que
Oscar me había mandado en los que me contaba que al
marcharme del bar y dejar solo a Rick, Molly y Amanda
se unieron a su mesa y tras un rato charlando saltó la
chispa entre ellos.
Decidí no seguir leyendo más mensajes y al dejar el
móvil sobre la mesilla me llegó otro. Esta vez era de
Jeimy donde me daba la dirección de la discoteca y me
decía que su amigo Mike me esperaba a las diez esta
noche. Le respondí.
“Gracias, allí estaré.”
Aún faltaban varias horas por delante pero los nervios
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inundaron mi cuerpo y marchando al baño, miré mi
imagen en el espejo ya que debía aparentar tener 21 años.
Bajé de mi cuarto para comer con mamá y Lucas
aunque no podía dejar de pensar en la discoteca. La calle
me sonaba porque allí mismo había un taller de motos del
cual mi padre compró la mía y se encontraba muy a las
afueras de la ciudad.
-¿Vas a salir?- preguntó mamá.
-Sí, daré una vuelta con estos.- volví a mentir.
-¿Pero vendrás a cenar?
-No, no creo. ¿No has llamado a Cloe?
-Sí, solo era para asegurarme. Y por la noche no
vengas muy tarde que tengo que trabajar y no quiero
preocuparme.
-Tranquila mamá.
Tras comer y mientras ayudaba a recoger la cocina,
llamaron a la puerta. Al abrir...
-¿Chicos, qué hacéis aquí?
Eran Oscar y Darren.
-¿No leíste mi mensaje?- preguntó Oscar.
-Los ojeé un poco por encima pero...
-Pues que vamos a ir al cine en la sesión de tarde y
después ya nos quedamos a tomar algo y cenar. ¿Te
hace?- dijo Darren.
-Sí, claro. Ahora vengo que voy a coger mis cosas.
Recogí la cazadora, llaves, cartera y tras avisar a
mamá, marché con los chicos. Habían venido a buscarme
con el coche de Darren pero yo decidí seguirlos en la moto
ya que esta noche debía ir a la discoteca.
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